Misterio

MISTERIO DE LA FLAGELACIÓN

Escenografía:

La escena representada en el paso de la Flagelación de Jesús de Logroño se sitúa en el patio del tribunal Romano y está compuesta por tres imágenes, cada una de ellas de un tamaño aproximado al metro ochenta y cinco de altura. Éstas representan de forma realista a Cristo atado a la columna sufriendo el castigo de los azotes de mano de dos sayones.

Cristo atado a la Columna

Abrazando la columna abatido, con las rodillas flexionadas hace el ademán de incorporarse de nuevo al martirio, paño de pureza como única prenda que le cubre, atado de muñecas está preso pero extiende sus manos para que nos sujetemos a ellas. Soporta el duro suplicio con un semblante paciente, que transmite calma, paz y amor a quienes lo contemplan.

Al pie de la columna, se observan los ropajes de los que ha sido despojado por sus verdugos. De tonalidades rojas, color que simboliza el poder, la sangre y la pasión.

Sayón azotando

Representa a un rudo sayón Romano azotando a Jesús con gran crueldad, sujeta con tensión y firmeza el flagelo, objeto de la tortura desmedida contra la espalda del reo que se encuentra atado a la columna. 

Su rostro escondido tras un frondoso bigote no impide en absoluto apreciar su gesto agresivo, le falta una muela en su dentadura. Sus ropajes son de color verde que representando la fertilidad, dejan al descubierto brazos, piernas y pecho, lo que nos permite contemplar su fuerte complexión física.

Sayón pidiendo clemencia

El segundo sayón pide clemencia a su homónimo. La imagen se encuentra de cuclillas con el brazo derecho en alto pidiendo a su compañero que cese el castigo. En la mano izquierda sostiene un flagelo el cual intuímos que previamente a utilizado en el castigo impuesto al Señor. Sus ropajes son de color azul, color que representa la reflexión.

Cabe destacar que la talla es un autorretrato de Don Vicente Ochoa, pues se quiso reflejar alegóricamente como ejemplo de hombre pecador y arrepentido.

La flagelación era un preámbulo legal a toda ejecución, los condenados a crucifixión eran flagelados habitualmente durante el trayecto que había entre el lugar donde se dictaba la sentencia y el del cumplimiento de la pena capital. Muy raro, como en el caso de Jesús es que se llevara a cabo en las dependencias del tribunal. Esto sólo sucedía en los casos en que la flagelación sustituía la condena a muerte.

Tras no encontrar culpa alguna en la acusación hacia Jesús y ante la insistencia de los Sumos Sacerdotes, Pilato decidió dar a Jesús un escarmiento para acallar al pueblo: "Le castigaré y luego le soltaré".

Jesús fue atado con cuerdas gruesas y resistentes a la columna. El instrumento utilizado para la flagelación, fue el flagrum taxillatum, que se componía de un mango corto de madera, al que estaban fijos tres correas de cuero en cuyas puntas tenían dos bolas de plomo alargadas, otras veces eran los talli o astrágalos de carnero.

La ley romana no limitaba el número de latigazos. Sólo obligaba a dejar al condenado con vida, por dos razones: mostrarle al público, para que éste se compadeciera, y para que en caso de condena a muerte, llegara vivo al lugar de la ejecución.